Se trata de una enfermedad autoinmune que se desencadena en personas genéticamente predispuestas, como consecuencia de la interacción entre el gluten y otros factores ambientales exógenos, y la respuesta inmunológica. Dicha proteína del gluten se encuentra en cereales, fundamentalmente en el trigo, la avena, la cebada o el centeno, o alguna de sus variedades o híbridos, como la espelta o la variedad de trigo denominado kamut.
La detección de la celiaquía y, especialmente de sus causas, ha conseguido mejorar el día a día de muchas personas concienciando, también al conjunto de la sociedad, del problema que suponen las intolerancias alimentarias. Como también pasa con la lactosa, la nocividad del gluten en algunos organismos ha propiciado que tanto fabricantes alimentarios como establecimientos de restauración, deban advertir a los clientes de la presencia de algunos elementos en productos y platos.
En la actualidad, se estima que dos de cada 100 personas son celíacas. Además, la Organización Mundial de Gastroenterología (WGO según sus siglas en inglés) constata que dicha dolencia ha aumentado en los últimos 20 años, sobre todo en Europa y América del Norte, y es probable que esta tendencia se mantenga o incremente en el futuro.
Los principales causantes de la celiaquía son de tipo genético o inmunológico. Hay que tener en cuenta que la enfermedad celíaca es una de las enfermedades con base genética más frecuentes, con una prevalencia media del 2% en la población general, y que puede debutar a cualquier edad de la vida, pero está claramente subestimada e infradiagnosticada, con aproximadamente un 70 o 90% de los casos sin diagnosticar. Su detección no es fácil ya que la sintomatología es muy diversa y depende de cada paciente. Tanto la enfermedad como los síntomas pueden aparecer en cualquier etapa de la vida, pero el promedio de diagnóstico es de diez años después de aparecer los primeros síntomas. Obtener un diagnóstico precoz, pues, es vital para discernir qué alimentos pueden ser perjudiciales para nuestro cuerpo.
Obviamente, los celíacos deben controlar sus comidas. Lo más habitual es que sigan un plan nutricional muy estricto que evite productos que contengan trigo, centeno o cebada. Aunque el seguimiento de una dieta libre de gluten es una tarea difícil, cada vez son más las marcas de alimentación y establecimientos que optan por ampliar su oferta y ofrecen productos libres de este compuesto y a un precio bastante razonable. Una vez diagnosticados, los enfermos de celiaquía deben prestar especial atención al contenido y al etiquetado de cualquier alimento.
La celiaquía daña principalmente al intestino delgado, lesionando sus vellosidades y provocando una inflamación leve o moderada. Además, un alto índice de las personas aquejadas por esta dolencia produce anticuerpos antitransglutaminasa tisular y antigliadina, una prueba fehaciente en el diagnóstico del cuadro de celiaquía.
De hecho, el sistema inmunitario reacciona ante la presencia de gluten, produciendo transglutaminasa tisular, una enzima intestinal que lo ataca. Así pues, el análisis de este marcador es uno de los más útiles para detectar la enfermedad en mayores de dos años. Por otro lado, la gliadina es una proteína que se encuentra en el gluten y cuando una persona es sensible a ella también produce anticuerpos para combatirla. La eficacia de su detección es mayor en niños, sobre todo los menores de tres años.
Onegen Lab dispone de un test de celiaquía de autodiagnóstico que detecta en diez minutos la presencia de estos dos anticuerpos específicos de la celiaquía. La prueba de intolerancia al gluten de Onegen Lab se presenta en un práctico kit que incluye una completa explicación del procedimiento y una micropipeta con la que recoger, a través de una pequeña punción, una muestra de sangre. Con esta comprobación tan simple y rápida podrás confirmar o descartar la celiaquía en pocos minutos y con un alto porcentaje de fiabilidad.
