Estas navidades nos sentaremos en una larga y preciosa mesa decorada con muchas ilusión. Ilusión que ilumina, ilusión que se come, ilusión envuelta en papel y lazo… El árbol lucirá y se respirará la sensación más bonita que puede sentir un ser humano: la unión entre los suyos.
Habrán niños correteando, excitados por la energía transparente y descomunal de la navidad en estado puro… Nuestros mayores mirarán a esos niños, con nostalgia y gran orgullo, con la impagable e infinita sensación de saberse creadores de lo más bello que una persona puede sentir: su legado humano. Los padres y madres se mirarán, recordarán lo bueno y lo no tan bueno del año… pero seguro que, en un momento u otro, sentirán el amor que ha hecho posible esa mesa, ese árbol, esa ilusión en forma de mil brillos y colores… Hermanos, tíos, primos… Una familia, un clan, unos apellidos…
Todos unidos por el alma de la navidad, por la emoción de verse y sentirse, por unos días al año, todos juntos y miembros de un ADN común.
Sí, cuando decimos ADN parece que estemos hablando de algo científico, frío y racional. Pero no. ADN es lo más humano, cálido y emocional que existe. Es una gran línea invisible que une a los miembros de nuestro árbol genealógico hasta hoy. Hasta esta mesa llena de niños sonriendo. Es el vínculo más extremo y estrecho entre la sonrisa de una nieta y la de su abuela. Es la razón de un gesto común entre las dos. Es la explicación de que un día la pequeña cocinará igual de bien que la mayor. Es el hilo invisible que nos rodea, nos ata y nos acerca. Un hilo que viene de miles y miles de años atrás y que ahora da vueltas alrededor de la mesa de navidad, uniéndonos de una manera especial. Son los genes, sabios y de todos, los que presiden las cenas de Navidad.
El ADN navideño, ese vínculo invisible, es la razón de que la familia se reúna. Por ejemplo, el ADN mitocondrial es el que se compare con la madre, la abuela, la tatarabuela… Y la secuencia paterna es la que se ha transmitido a través del padre, abuelo, tatarabuelo… Podríamos irnos hasta la prehistoria y celebrar la Navidad con una familia de cientos de generaciones.
Sí, estas navidades en la mesa sonarán canciones diferentes, risas diversas y muchas conversaciones que arreglarán el mundo… Unos comerán más, otros menos… Unos querrán ver la tele, otros no. Habrán distintos gustos y regalos, peinados y estilos de ropa y perfumes.
Pero también celebraremos que hay unos genes que nos identifican y nos unen, haciendo que año tras año nos sentemos juntos.
Estas navidades, pensemos que el mejor regalo es parecerte a quien quieres.
Felices fiestas.
Imahen principal distribuida por Carla Vidal bajo la licencia CC BY-SA 2.0
